He estado escribiendo últimamente sobre la búsqueda
constante del amor en los recuerdos, de cama en cama, de cuerpo en cuerpo. A
veces esa búsqueda nos deja vacíos pero resulta inevitable. Tenemos que seguir
viviendo y con la esperanza de toparnos con un maravilloso sentimiento. No
podemos forzar las cosas. “El amor es un acto de voluntad pero sobre todo, es
la magia de coincidir”. Es un regalo el llegar a toparnos con esa química en
unos ojos, en una piel, en un beso y en el más grande estallido del cuerpo.
Conforme pasan los años y vas creciendo, quizás se vuelva un
poco más difícil sentirte cómodo, contento, divertirte y encontrar química con
alguien. No vamos a negar que suele doler y puede llegar a causar desesperanza.
Sin embargo, cuando llega, sabes que tienes que vivirlo con todo tu ser.
Disfrutarlo y agradecerlo. El tiempo no importa. Lo que se queda para siempre
es la forma en la que decidimos vivir los momentos y el recuerdo que nos queda
de ellos. Ya no soy un niño, ni un adolescente en cierta forma, pero en otra
soy un chamaco con la pasión, el deseo, el morbo, el amor y la garra de un
adulto.
Qué maravilla es la vida y cómo llegamos a menospreciarla.
De pronto tus ojos y sonrisa se topan con alguien que te ha gustado toda la
vida. Pero además de esa atracción física, va una intriga, un misterio, una
magia de por medio.
Que la apatía no se apodere de nosotros para dejar ir a esa
persona. Que la pasión, la vida y el deseo de estar vivos nos haga regalarnos
experiencias y momentos. Pasé una madrugada lleno de enojo y coraje conmigo
mismo por el miedo a acercarme a quien de verdad me gusta. Pero lo enfrenté. lo
superé y tomé la decisión de mostrar interés sin pensarlo mucho y sintiéndolo
demasiado.
Así como lo hacíamos cuando más jóvenes. Es la única forma
de coleccionar instantes, experiencias y de ir llenando y haciendo crecer al
corazón. Nuestras inseguridades nos frenan, sin embargo, cuando alguien llega
con gran fuerza, no hay nada que venza al instinto, a la magia, a la química, a
los sueños. Cuando pasas los 30, tu idea del amor es mucho más libre, más
grande, más sólida. Hoy entiendo que el amor es como la felicidad; se da por
instantes pero es posible mantenerlos para siempre. Cada amor es distinto, cada
magia y química se manifiesta de diferente forma. Todos cambiamos día a día y
noche con noche. Y si bien, el amor es mucho más que un encuentro, ese
encuentro especial nos hace amar la vida y recuperar la confianza en nosotros
mismos.
Personalmente, llevaba mucho tiempo sin encontrar quien de
verdad me gustara, me llenara, me moviera lo sufiiente para poder sacudir mis
inseguridades y miedos. Hoy compruebo una vez más que cuando ha de ser será. No
vale la pena querer forzar situaciones, emociones y sentimientos. Tomemos cada
cosa como es sin pretender que sea diferente.
Apereces y tus ojos brillan iluminando toda tu existencia
que para mi resulta maravillosa, me perturbas, me enfrenteas con grandes
conflictos internos pero la fuerza que despiertas en mi, me lleva a superarlos
y a disolverlos en un abrir y cerrar de ojos, en el primer escalofrío, en el
primer roce. Comprendo que merezco y merecemos los dos este momento pero para
que pueda ser maravilloso, debemos entrar en una zona libre de pensamientos.
Como siempre, hablo por mi, desde lo más honesto que siento. Mensajes, llamadas
y una primer visita. Un encuentro cómodo que pareciera ser de toda la vida.
Besos, sonrisas, abrazos, cuerpos hinchados echando chispas hasta unirse más
allá de los poros de la piel.
“La situación perfecta es aquella que sucede diferente a
como esperabas”.
Pero eso ya lo entiendo y me maravillo cada que sucede. Un
segundo encuentro: abrazos, caricias, sudor y el temblor del deseo. Y claro,
una careta aparentando que todo es normal, casual y cotidiano. ¡Mentira! Es tan
difícil encontrar a alguien que llene toda tu mente, tus deseos, tus manías y
sueños con una mirada. No sabes lo que vaya a suceder ni hacia dónde te lleve
tal situación, pero eso no importa. Importa sentirnos vivios y volver a creer.
Cuando alguien así se cruza en tu vida, te llena de fuerza y de fe en ti mismo.
Se que la fe en uno mismo proviene del interior, pero hay gente que te toca por
dentro y te despierta, te saca del letargo y te hace sentir como nuevo.
Todos somos iguales por dentro. Tenemos un corazón, alma y
cuerpo. Gay, heterosexual, bisexual, transexual… ¿Qué más da? la química nos
sorprende por igual y un par de brazos se sienten como alas que nos hacen
volar. Volar en el sudor, en el placer, en el aroma de una piel y en el sabor
que queda en nuestros labios y se percibe en el aliento. Es como volver a nacer
a fuego lento.
Me encontré con alguien de dos corazones, un eclipse y una
frase tatuada que expresa su idea del amor. La comparto y la festejo. No pienso
otra cosa porque la mente me alejaría del placer del momento y de la felicidad
que siento al estar entrelazado en su cuerpo. Le miro, le beso y nos reimos
viendo películas y videos. Yo hablo y hablo como siempre, sin parar. Pero hay
alguien que me escucha y que sonríe.