Hay
noches en las que decidimos darnos todas las concesiones…
Cuando de pronto te topas con alguien que resulta ser una
muy buena cama, con química y todo, te quedas pensando… O más bien, te
quedas recordando el gusto que le diste al gusto y se te antoja volverle a
llamar. Mentira, hoy casi todo es por mensajito. Ja, ja. Se ponen de acuerdo y
el encuentro se repite… ¡Pero en esta ocasión fue aún mejor! Para entonces ya
hay un poco más de confianza y buena onda, por lo que le recoges los
pantalones, los calcetines, su ropa del suelo y se la acomodas sobre el sillón,
la cama, la estufa o donde se haya armado la acción. Claro, hay que demostrar
la buena educación. Se voltean a ver por lo menos los cuerpos y ya les resultan
más familiares. A querer o no, empieza a establecerse cierta conexión, y como
había algo más que química sexual, se siente cómodo empezar a platicar sobre
algún tema. Eso seguro define si el tercer encuentro cuaja o si queda abortada
la misión. En este caso: ¡Prueba superada!
No se quedó a dormir porque tampoco era para tanto, para
eso soy muy especial, pero nos tocó ver salir el sol estando juntos.
Todavía nadie quiere que esto suene cursi ni mucho menos,
simplemente es rico salir a la calle a caminar cuando está amaneciendo. Sin
embargo, la sonrisa de satisfacción y el cansancio pero el buen humor se te
notan a diez kms. de distancia. Con ese ánimo te despides y regresas a tu casa
feliz, como niño satisfecho de sus travesuras.
Qué rica caminata sintiendo el viento frío en la cara,
las manos escondidas en los bolsillos del pantalón y un aire que se cuela por
traer los jeans puestos a pelo y te hace temblar. Tu ropa se ha quedado debajo
del sillón. Se antoja muchísimo pasar por un café aunque haya que esperar un
poco para encontrar una cafetería abierta. El mío con leche fría y dos
sobrecitos de canderel, y mientas le das los primeros sorbos, te quemas. Pero
tu cuerpo vuelve a calentarse como hace apenas unas horas. Mientras va
repasando tu mente el morbo y la calentura, tus manos, tu cuerpo recuerda lo
suave de su piel, lo tierno de sus besos y sus brazos abrazando tu cintura. Eso
no sucede muy a menudo.
Por
lo general, el sexo suele ser demasiado impersonal. Si no, sería otra cosa. Pero bueno, en estos momentos te
bloqueas un poquito, te pones a pensar en otra historia, pero sin embargo,
crees que quieres volverlo a ver. La verdad es que no sabes si se deba más al
morbo o a la necedad tus sueños, porque cuando te vas acercando a los 40
quieres sexo, quieres morbo pero también quieres preparar un desayuno para dos
cada mañana, quieres usar más platos de la vajilla y cambiar las sábanas más
seguido, dos cepillos de dientes en el baño, dos toallas y un beso de buenas
noches que te despierte a arrimones en la madrugada. No puedes evitar caer en
la tentación del príncipe azul, rosa o de cualquier color. Al fin príncipe;
alguien en quien creer y a quien devolverle la fe, porque para esto no importa
la edad.
Más o menos maduros, con más o menos experiencia, todos
queremos paz, amor y tranquilidad. “Coincidir es encontrar tus sueños en el
mismo camino del otro”.
Hay momentos para todo; para puro sexo, para amistad,
para diversión y complicidad, pero también para sentir un cuerpo y su
vulnerabilidad cada mañana. Aquí entra el arte
de aprender a vivir cada momento de nuestra vida como lo que es.
Aquí
entra el arte de perder el miedo cuando es necesario hacerlo, cuando hay que
abrirle la puerta al corazón para no dejarlo atrapado en su soledad.
¿Cuánto somos capaces de dar por una madrugada viendo
juntos la tv, recostado uno sobre los muslos del otro, elevado uno sobre las
ilusiones del otro y compenetrado uno el cuerpo y la vida del otro?
Esos encuentros que no sabes a dónde te van a llevar,
pero te dan la oportunidad de soñar y sentirte vivo.
El
Amor Verdadero llega cuando tiene que llegar, pero el amor pasajero llega cuando
nosotros le abrimos la puerta.
A
mi me gusta vivir de amor, de sueños e ilusión. Lucho cada día por derrotar mis
miedos, mis inseguridades, mis traumas y necesidades. Pero eso ya no es mi
problema, es mi alegría de vivir, es encontrarle un mayor sentido a cada noche
y cada mañana. Mientras
tanto, quiero otro encuentro, porque sus besos se han sentido bien, su calor se
ha sentido cómodo y su pasión y su instinto animal es tan sucio y puro como el
mío, porque a él no le importa otra cosa que ser feliz y hacer feliz a alguien.
Eso si me parece algo muy íntimo y lo he descubierto en su mirada…
¿Qué
dice tu cuerpo y tus ojos cuando se topan con la persona indicada?
Amo
a la gente que ama, llora, ríe, que mienta madres, pide perdón y perdona.
¡Suscríbete
gratuitamente al blog! https://cafeconletrasdaor.blogspot.mx/
No hay comentarios:
Publicar un comentario